jueves, 10 de noviembre de 2011

De Paso Peruano

Por ser orgullo del Perú, por ser un ejemplo de belleza y elegancia, el caballo peruano de paso constituye un hito difícil de superar en cuanto a prestancia, soltura y precisión. Nuestro país, en toda su extensión, es testigo de su significado como parte de nuestra tradición y cultura. De ahí mi interés por hacer este blog, de postear con cariño acerca de un noble animal que merece todo nuestro respeto y admiración.

Siendo un patrimonio de la nación y con más de cuatrocientos años de historia, el caballo peruano de paso conserva un rico pasado histórico, presente en todo momento y que se proyecta al futuro con un garbo y elegancia propio de sus ancestros que llegaron de tierras moras y andaluzas.

Considerado como “el mejor caballo de silla del mundo”, su sola imagen nos da una idea de la forma como evolucionó en el tiempo, de su estadía en la soleada costa peruana recorriendo áridos desiertos con un trote suave y cadencioso que luego se convirtió en un andar garboso y de etiqueta, que ahora lo caracteriza y lo muestra como un ejemplar único en el mundo.

Fino y delicado como un Rolls Royce, pero a la vez recio y resistente como el más pesado de los volquetes, esta extraña e incompresible combinación la consigue gracias a la pureza de su raza y a su crianza hecha para resistir largas caminatas por el campo, bajo el sol abrasador de nuestra extensa costa. Esta característica hace que pueda adaptarse a los 108 microclimas del país.

Y no solo eso, cuando se logra consolidar con aplomo aquél famoso binomio caballo-jinete, cuando apreciamos que la montura y la cabalgadura se acoplan como un mítico centauro, la belleza de esta imagen sólo es comparable con el espectáculo que ofrece un profundo lago habitado por bellos cisnes que se deslizan sobre su superficie con soltura y gracilidad.

Esto me inspira del caballo peruano de paso.

Andrés Sanchez Alayo

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Mi pasión por los caballos de paso

“…Qué hermoso que es mi chalán, cuán elegante y garboso sujeta la fina rienda de seda que es blanca y roja…”
He querido empezar mi primer post sobre caballos de paso con un fragmento del célebre vals “José Antonio” de nuestra querida Chabuca Granda, evocando la imagen que tengo grabada en mi memoria cuando apenas con siete años vi por primera vez a un chalán montado sobre un caballo de paso.
Aunque en honor a la verdad la sensación inicial no fue tan placentera que digamos. Lo recuerdo como si fuera ayer, mi primera reacción fue quedar paralizado, sentía que mi corazón latía a mil por hora y me puse la mano al pecho pensando “se me sale el corazón”, quizás porque desde la perspectiva de un niño que a las justas llegaba a los estribos del caballo todo se veía gigante.
Lo cierto es que mi madre vio mi cara de susto y llegó de inmediato al rescate cual superhéroe de comics, me tomó en sus brazos y por arte de magia la calma llegó. Conforme ella me susurraba al oído tratando de explicar lo que iban viendo mis inocentes y asustados ojos, se apoderaba de mí una indescriptible sensación. A partir de ese día me volví un fanático de los caballos de paso, algo no muy frecuente en un niño de esa edad que en vez de jugar con robots y carritos le pedía a Papá Noel para navidad un traje de chalán, con caballo incluido por supuesto.
Como decía, es mi primer post y he preferido evocar ese grato recuerdo que me marcó de por vida e hizo que me volviera un seguidor de los caballos de paso, más adelante escribiré sobre la historia del caballo de paso peruano, sus características físicas, los principales certámenes y eventos nacionales e internacionales, el apero peruano, los chalanes y las amazonas, y tanta información que tengo por compartir.
Mientras tanto, “…que recojas para mí cuando a la grupa me lleves, de ese tu sueño dorado de tu caballo de paso, aquel del paso peruano”.
Andrés Sanchez Alayo